¿Te puedo pedir un favor? ¡¡¡No me llames proveedor!!!
Si algo he aprendido en estos años de trabajo, con los más de 100 clientes con los que he trabajado, es que hay dos tipos de clientes: los que me comprometen con su producto, su proyecto o su equipo y los que me contratan para dar un curso “commodity”.
Los primeros consiguen al mejor Pozueta, extraen lo mejor de mí mismo, que es mucho. Consiguen que mi talento se ponga a su disposición ofreciendo muchísimo más de lo que aparece en la propuesta. Se crea un vínculo.
Los segundos consiguen un gran curso. Dos días extraordinarios. Un altísimo nivel de satisfacción, pero se echa de menos el vínculo.
¿Sabes cuál es la diferencia entre los primeros y los segundos? Que los primeros creen que la formación es una herramienta útil y rentable; por eso consiguen lo mejor de mí.
Para mí un cliente es algo más que una fuente de ingresos, es alguien que me permite implicarme en su empresa y ayudarle a conseguir sus objetivos, de negocio y de desarrollo. La implicación me permite disfrutar, y si es así: ¡¡¡prepárate para lo que serás capaz de extraer de mi!!!