En tiempos de crisis es normal que los clientes quieran ajustar las condiciones, especialmente el precio, hasta el extremo. Por tanto, es como si el valor percibido de nuestros productos o servicios se circunscribiera a las condiciones económicas que son capaces de conseguir, entrando en ocasiones, en situaciones de subasta o poniendo el precio como la clave para continuar trabajando con nosotros.